18 Junio 2013
De Carmen Herrera
La risa y el buen humor es la
mejor y más barata de las medicinas y combate, cuando menos, el mal humor. Los
niños lo descubren de forma espontánea pocas semanas después del nacimiento.
Esa primera sonrisa despierta en nosotros la mayor de las ternuras y los
mejores sentimientos. Durante toda la infancia, la risa le acompañará y llenará
nuestro hogar de uno de los sonidos más bellos. Cabe preguntarnos entonces si,
como padres, cuidamos que nuestros hijos cultiven ese maravilloso sentido que
es el del humor. ¿Procuramos que aprendan a reírse sin dañar a otros? ¿Cuidamos
de que puedan ver en sus errores y en los nuestros una oportunidad de mirar las
cosas con perspectiva? ¿Pasamos tiempo con ellos divirtiéndonos?
"Sólo hay un rincón
del universo que usted puede estar seguro de mejorar: usted mismo" (Aldous Huxley)
El sentido del humor es
necesario en la vida familiar tanto como la disciplina, la educación o los
valores. Las relaciones entre padres
e hijos que permiten y dedican tiempo a las diversiones, el buen humor y la
risa son más sanas, menos tensas y más cordiales.
El sentido del humor es un
sentido eminentemente humano.
Nos permite ver los problemas
en su dimensión correcta, ni sobrestimados ni subestimados. Saber reírnos de
nuestros errores y asperezas facilita reconducir situaciones que, de otro modo,
aumentarían las tensiones y los conflictos. La risa es una de las
expresiones que más beneficios aporta a la persona:
* Es la expresión de la
alegría.
* Activa la producción de
endorfinas, transmisores químicos que aportan al cerebro alivio y bienestar.
*Libera tensiones.
*Provoca una respuesta
emocional única orientada a la alegría y al bienestar.
*Aumenta la captación de
oxígeno.
*Crea un ambiente positivo y
cordial.
*Nos ayuda a poner los
problemas en perspectiva.
A los niños les encanta
reír, les gustan las bromas, les expresiones de buen humor y la alegría.
A los padres nos es bastante
fácil hacerles reír cuando son bebés, pero a medida que crecen y empezamos a
sentir la responsabilidad de su educación podemos, poco a poco, alejarnos de
las expresiones diarias de alegría con que nos dirigíamos a ellos cuando eran
pequeños. Nos ponemos perfeccionistas y, llevados por
la tensión y el estrés, pasamos la mayor parte del tiempo corrigiendo de forma
reactiva o haciendo énfasis en los errores, los conflictos y las dificultades
que, por otro lado, son características de seres en continuo aprendizaje y
crecimiento.
Y nos olvidamos de pasar tiempo
con ellos divirtiéndonos. Dejamos de lado la alegría y el buen humor que tanto
nos pueden ayudar en su educación. Y dejamos, por ende, de ser modelos de
personas alegres y divertidas, dignas de ser imitadas por nuestro alto sentido
del humor. Conviene recordar que los niños aprenden, sobre todo, por imitación,
y cuanto más dignos de crédito son los modelos a imitar, mejor y más duradero
será el aprendizaje.
Seamos conscientes de que la
alegría y el buen humor también se educan.
A los niños les encanta reír y
les encantan las bromas. Las familias que logran pasar tiempo divirtiéndose
juntas crean vínculos de relación más estrechos y duraderos. Es
conveniente, por tanto, pasar tiempo juntos en actividades lúdicas a menudo.
Recuerdo una niña de siete años que, tras un paseo invernal por la playa con su
papá y sus hermanos en el que jugaron y corrieron todo el tiempo, al regresar a
casa hizo un dibujo que lograba transmitir con enorme fuerza, los intensos
momentos de diversión que acababa de vivir.
Los padres podemos enseñar a
nuestros hijos a no sobredimensionar los problemas a través del buen humor y la
alegría.
En cierta ocasión, tras un
largo viaje, un paquete de cacao en polvo se abrió dentro de nuestra maleta de
ropa manchándolo todo. En el momento en que lo vimos podíamos habernos quejado
y lamentado por la ropa, etc., En vez de eso, empezamos a reír y a ver el lado
divertido del asunto, comentando que tendríamos que meter los pantalones en el
vaso de leche para aprovechar el cacao, o que tal vez la mejor idea sería
vaciar la leche directamente en la maleta y tener un montón de leche
chocolateada!!! Nuestros hijos aún recuerdan el incidente con risas y en su
momento, lo comentaron con los amigos como algo tremendamente divertido.
A lo largo del día tenemos
muchas oportunidades de vivir nuestra relación con los niños de forma alegre y
divertida, pero hemos de ser capaces de reconocerlos y de vivirlos sin miedo a
que las normas o la disciplina se vean afectadas. Un padre o una madre
divertidos y alegres son tan o más dignos de crédito que aquellos padres
huraños y culpabilizadores. De hecho, a nosotros mismos nos es mucho más
grato compartir nuestro tiempo con personas de trato alegre y cordial que con
aquellas que siempre se quejan o protestan por todo.
Publicado
en el Boletín del
Colegio
Internacional Peñacorada(León)
http://www.colegiopenacorada.es/